El País, 23 de mayo 1993
Javier López Rejas
El Vicente Calderón de Madrid
contempló el sábado en su auditorio uno de los espectáculos de masas mas
preparados de los últimos tiempos a cargo de la formación irlandesa U2.
VENCIÓ LA VIRTUALIDAD DE U2
El grupo irlandés repasó en
Madrid, ante unas 70.000 personas, su trayectoria artística.
El grupo
irlandés U2 se presentó el sábado en Madrid con los sinfónicos acordes de
<<Así habló Zaratustra>> de Strauss. Han comprendido a la
perfección cuanto de importante hay en la trasgresión de la imagen y han
montado (Bono a las voces; The Edge, guitarra, piano y voces; Larry Mullen Jr.
a la batería, y Adam Clayton al bajo) un espectáculo de masas donde la
virtualidad ejerce especial protagonismo.
A mitad de
camino entre la ironía y la provocación, Bono y su banda introdujeron el
concierto de Madrid a las 21:35 horas de la noche declarándose hijos de
Zaratustra. Levantaron el esperpento con cabezudos que imitaban la imagen de
Bono y The Edge. Así dejaron que se prologase un concierto que debía haber sido
la máxima palabra en tecnología musical.
Con un
sonido que no pudo alcanzar la panacea, empezaron con <<Zoo
Station>>, de su último álbum <<Achtung Baby>> y en ello
llevaron cerca de diez minutos. Ya aparecieron sus tres coches Trabant y el
despliegue de pantallas de las que tanto se había hablado mucho antes de que
aterrizaran en nuestro país.
El público
exhibía camisetas del grupo en uniformado acuerdo, esperando su presencia con
tanta intensidad que - ante su aparición a las 22,10 horas - llegaron a entonar
el himno de la alegría. La aventura semiológica de U2 se debate ahora entre la
imagen y la música, entre el mensaje y la tramoya, hasta el punto de que por
sus monitores de televisión (que pasarían de los doscientos) se dejaban ver,
gracias a la estrategia del segundo, graffitis tales como <<Ve más
televisión>>, <<Lo quiero ya>> o <<El futuro es una fantasía>>.
Estructuralmente,
el montaje cae en la ambigüedad, pero también saben los protagonistas acoplarse
al escenario y hacer música para el oído. Sobre el pasillo que se adentraba en
el público se reunieron todos y Bono abrazó la cámara de video portátil tan
intensamente como a la muchacha del público que sacó a mitad del concierto. El
centro del desorden llegó con el primer bis, cuando la mayor parte de los
asistentes habían coreado con Bono temas de <<Unforgettable Fire>>,
<<The Joshua Tree>> y <<Rattle & Hum>>, entre
otros.
El
simulacro resultó perfecto. La atención del público quedó reciclada en las
pantallas de televisión y en los movimientos del cantante, que jugó con el
teléfono para llamar al Ritz y mantener una conversación con su recepcionista.
Dijo que llevaría a un amigo: ¡Mefistóteles? Ardieron cruces primero que se
convirtieron en esvásticas después en <<Bullet The Blue Sky>>. El
paganismo arponeó a los asistentes, que acompañaron la habilidad de Bono para
llevar la persuasión a límites insospechados. La atención holgazana del público
se dispersó durante las cerca de dos horas que duró el concierto por las
pantallas de televisión, que repetían una y otra vez mensajes provocadores. La
subversión quedó perdida entre la incógnita del espíritu con el que se ha
pensado el espectáculo. La fermentación audiovisual estaba perfectamente
definida en las columnas intermitentes, que bien podrían recordar a cualquier central química. El fetichismo de
la imagen salía de los rincones del escenario. Zaratustra hubiese pedido mayor compromiso,
pero el certificado musical y la capacidad de los músicos consiguió la
interacción que se buscaba.
U2 ha
puesto en su propuesta el mayor compromiso posible con una virtualidad
anunciada con descaro. Desde la parodia hasta la trasgresión. Montan el imperio
de los signos ilustrando sus temas mas famosos sin necesitarlo. Podría ser un
concierto normal, podrían sonar sus canciones y punto, pero a la inteligencia
de sus componentes parece exigírsele un mensaje especial, como el relatado en
<<Mysterious Ways>>. Sugestión de decadencia, meta realidad, eco,
murmullo y espectáculo.
Bono y su
banda han dejado constancia de que su mensaje no es ni mucho menos el medio
pero si el discurso. Quieren ser logógrafos de la realidad y dejar constancia
histórica de ello. Acabaron homenajeando el clásico de Elvis Presley
<<Can't Help Falling In Love>> imitando Bono a la estrella de
Memphis y enlatando su voz. U2 demostró que la tramoya, en el fondo monetario
del montaje (se recaudaron alrededor de 230 millones de pesetas), es una
provocación.